lunes, 25 de agosto de 2008

LAMAS, CUENCOS Y CUARZO


No se sabe de fechas, pero los sabios lamas tibetanos han usado a través de los tiempos los cuencos para tres cosas:

1. Para Meditar. Mientras el grupo entra en estados de onda cerebral profunda Alfa y Theta, un grupo de músicos rozan con la vara el cuenco de metal, construido artesanalmente con sus propias manos. Dicen que no es una aleación si no una combinación de los 7 metales planetarios más un ingredientre secreto que según cuenta la leyenda viene de un pedazo de meteorito. Mientras martillan el metal para darle forma, los lamas repiten con total devoción los mantrams especiales para sanar. Así impregnan el metal de altísimas vibraciones que garantizan el efecto en quien los escuche.
2. Para Sanar. Más allá de la escucha y la resonancia, que une en una misma vibración al cuenco y al oyente, se pueden colocar directamente sobre el cuerpo, especialmente en los centros principales de energía. Así se garantiza que el cuerpo recupere su frecuencia original de salud y conexión con la tierra y el cosmos.

3. Para Viajes Astrales. Si se enfoca la atención en el sonido que producen los cuencos, es posible viajar en su espiral sonora a dimensiones y lugares desconocidos.
Aún hoy, los cuencos son parte de la tradición secreta en los lamasterios tibetanos.




En pleno siglo XX la carrera espacial logró grandes avances tecnológicos para el mundo: los computadores, las comunicaciones, y la fibra óptica.
Dicen que fué casual, sin proponérselo. La Nasa al construir cohetes espaciales buscaba un material que guardara cantidades de información en espacios pequeños y entonces aparece el cuarzo. Utilizaron en el laboratorio material de sílice para hacerlo dúctil a formas y tamaños. Un científico cualquiera rozó este material y su sorpresa fué mayúscula al escuchar sonidos celestiales que lo transportaron a lugares mágicos dentro de sí. "Algo" le dijo que esto servía para otra cosa.......entonces decidieron hacer cuencos con la misma tecnología tibetana y sobrepasó toda espectativa.
Desde entonces se usan para las 3 mismas cosas que los cuencos tibetanos: meditar, sanar y viajes astrales; después se encontró la conexión con Gaia el espíritu de la tierra y se crearon los conciertos sanadores.
Donde hay un cuenco de cuarzo es semejante a tener un maestro de luz al frente. Esa es su actividad más precisa: anclar luz celestial en el ser humano para ayudarle a evolucionar y dar el salto cuántico de la Nueva Era.
Se construyen de varios tamaños en todas las notas musicales. Son afinados con exactitud que raya con la perfección. Le hablan directamente al cuerpo, las células y sus estructuras más intimas como el ADN. El ser humano tiene estructuras cristalinas en sus huesos, en sus células, en el pelo, en las uñas. Somos 70% agua, y la molécula de agua tiene la misma estructura hexagonal del cuarzo. Son el ideal de perfecta vibración a seguir.
Verdaderamente, los cuencos tibetanos y de cuarzo son las estrellas de la Terapia de Sonido. Efectivos casi hasta el punto de la magia, destruyen virus y bacterias como si fuese un rayo laser. Poseen la capacidad de estallar las células cancerosas. ¿Que más se puede decir de ellos? Sólo admirar, respetar y agradecer.

jueves, 7 de agosto de 2008

FORMULAS DE MUSICOTERAPIA CLÁSICA





Mozart, Beethoven, Haendel y Tchaikovsky, fueron compositores pertenecientes a escuelas de misterios. Por tanto sus obras fueron escritas con la intención específica de armonizar la frecuencia de los oyentes con la de sus obras. Conocían perfectamente el fenómeno de resonancia.

Muchos otros compositores, aún sin conocimiento específico del efecto de su trabajo, lograron obras magistrales, quizás inspirados por "las musas", o por vibraciones superiores recogidas en el cosmos.

Las obras que han mantenido su vigencia a través de los tiempos, tienen todas un común denominador, su capacidad de conmover fibras íntimas del ser humano. A veces es a través del corazón, otras veces se debe a la capacidad de sintonizar el cerebro en frecuencias sanadoras, a veces las piezas musicales van directo al cuerpo y lo transforman sin más explicación.

Debido a esto, la musicoterapia ha establecido un listado de obras clásicas con capacidad de cambiar los patrones de onda cerebral y afectar situaciones de estrés o de salud específicas.

Encontramos por ejemplo que para calmar la ansiedad podemos escuchar "Claro de Luna" de Beethoven, o el "Ave María" de Gounod, o las 4 estaciones de Vivaldi.
Si tenemos dolor de cabeza, nada mejor que escuchar "Sueño de Amor" de Liszt, o la "Serenata en Re menor de Scubert.
Si nos duele el estómago, es ideal colocar "El concierto para Oboe" de Vivaldi, o el "Concierto para Arpa" de Haendel.
Si estamos bajos de energía, la "Obertura de Guillermo Tell" de Rossini, nos subirá el tono.
Pero si se trata de bajar la presión arterial, se recomienda escuchar "Aire en Sol para cuerdas" de Bach.
Si estamos deprimidos, nos ayuda mucho la "Sinfonía # 8" de Dvorak, o "La música del agua" de Haendel, o los valses de Strauss.
Cuando se trata de insomnio, son fabulosos "Los nocturnos" de Chopin, el "Canon en Re" de Pachelebel, "Claro de luna" de Beethoven o las "Invenciones para piano" de Bach.
Para crear nuevas rutas neuronales y destruir virus y bacterias es mágico el efecto de la música de Mozart.
Entonces, en cualquier momento podemos recurrir a estas obras clásicas para transformarnos, y mejorar los estados de ánimo y de enfermedad, en estados totalmente positivos y sanadores.